28 de abril de 2008

Hace dos días, seis años atrás, murió mi abuela, no me gusta hablar de eso, pero hoy sentí una inmensa necesidad por escribir al respecto, mi abuela, la madre de mi madre, la que visitaba cada ocho días, se murió un poco de repente, un poco no tanto, era algo que esperabamos pero no tan pronto, recuerdo ese día, esa tarde, cuando mi mamá me llamo a mi celular llorando diciendo mi mamá se murió, recuerdo que estaba en clase, que volví a entrar como si nada, que no entendía bien que había pasado, me senté, mire sin mirar, de repente entendí, mi abuela se murió, no pude hacer mas que llorar y llorar, y decirle a la profesora mi abuela se murió mientras torpemente empacaba mis cosas en el bolso y salía del salón llorando en silencio porque no sabía que mas hacer, con mi papá fui al hospital, y ahí la vi, tendida en su camilla, tan pequeña, mas de lo que era, tan frágil, mas de lo que era, tan ausente, aún no moría, aún no se había despedido de toda la familia, eso dice mi papá, durante muchas noches al cerrar los ojos lo único que veía era esa ultima imagen de mi abuela, tan innecesaria, tan fea, siempre apretaba fuerte y trataba de recordarla bella como ella era, mi abuela, de 70 y tantos años, que nunca usaba pantalón, que se hacia sus faldas y vestidos, que usaba laca todos los días, mi abuela que hacia un arroz con leche delicioso, mi abuela que amaba locamente a mi hermana, que se desesperaba conmigo porque yo era una niña discola, una descarriada que solo hacia llorar a mi mamá, mi abuela que el ultimo mes había vivido conmigo, por cuidar de ella deje de trabajar, a fin de cuentas trabajaba para tener dinero extra no más, mi abuela, ay mi abuela, no pasa un día sin que la recuerde o piense en ella, mucho tiempo mientras me bañaba pensaba en ella y me ponía a llorar, era mas facil asi, yo tenia que ser fuerte, mi mamá estaba desmoronada, mi hermana vivía en España, estaba lejos, sola y desmoronada, alguien tenía que ser fuerte y ocuparse de todo, y así fue y mientras todos lloraban por la abuela yo trataba de consolarlos porque ese día en la ducha ya había llorado por ella. La extraño, claro que si, no tanto como mi mamá ni como mi hermana, cuando me siento mal, triste pienso en ella, la invoco, digo: Ay abuelita, y me siento reconfortada, ella siempre estuvo, por eso su ausencia es difícil, hasta confusa, muy rara vez sueño con ella, me siento muy bien cuando pasa, el día que nació Antonia, en la sala de parto ante ese dolor tan impresionante (no tenía epidural y fue parto natural) yo solo pensaba en mi abuelita, que desde el cielo me ayudara y cuidara a Antonia, que todo saliera bien, que ella hiciera lo que pudiera, me fue demasiado bien, supongo que fue mi abuelita. Yo superé la partida de la abuela, mi papá me ayudo con eso, su espiritu descanso, esta en un mejor lugar, y todas esas cosas que me decía ayudaron, pero no dejo de pensar en ella, de invocarla, perdón abuelita por molestarte, pero a fin de cuentas así es la vida, llena de muertes.

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