Veinticinco

El viernes pasado cumplí 25 años, desde que empezó el mes estuve entusiasmada planeando e imaginando como sería la celebración, normalmente mis cumpleaños pasan como un día común, mis 24 los pasé trabajando, mis 23 peleando con mi novio, mis 22 en clase, mis 21 viendo televisión, mis 20 ni me acuerdo, pero por alguna razón que aún desconozco el cumplir 25 me tenía muy animada, yo con las expectativas tengo una relación mas bien regular, con eso y con la gente, es como una falta de fe en la ejecución de algunos planes, es porque yo soy así, no tengo ningún problema en ausentarme, en desaparecerme o en abandonar algún encuentro, por eso cuando alguien se compromete pero incumple no me sorprende ni me molesta, me da igual, es humano a fin de cuentas, el caso, retomando la celebración la comencé el viernes, el día oficial, viernes 13 para alegría mía y mi obsesión numérica, empezamos comiendo pizza de mi pizzeria favorita, no tanto por el sabor sino por los recuerdos que me trae, con torta de chocolate aunque no me guste tanto, hubo calle, gente, licor, risas, coqueteos, besos, abrazos, lo normal de un viernes, el sábado el plan cambiaba, era mas contundente, había deseo de fiesta, mucha fiesta, y así fue, hubo baile, risas, recorridos largos, saludos, Hola!, si, es mi cumple, ahh muchas gracias, salud!, lo disfrute enormemente, disfrute cada segundo de baile, de risa, de descontrol, disfrute ver a mi hermano con dos de mis mejores amigas sonriendo, a mis amigos viejos con mis amigos nuevos, nos disfrute ver a todos bailando y riendo, el domingo el asunto fue diferente, almuerzo con papá y hermano, muy cordial, hasta aburrido el asunto, porque así es papá, un señor de 60 años que se queja mucho y por todo, hay fila para mesa, esto está muy caro, que demora con el almuerzo, no voy a pagar propina, tanto carro en la calle, no hay parqueaderos, me quiero ir ya, y muchas frases más que día a día le oigo decir, mi almuerzo estuvo bueno pero no me lo comí todo, nosotros compartimos nuestra comida, todos probamos lo que cada uno pide, es una costumbre de toda mi vida, yo lo hago aún, sin pena pido probar comida ajena, después visita donde la abuela, que sueño, cada que la veo extraño más a mi abuela fallecida, volver a la casa, conectarme a la virtualidad, depresión post cumpleaños pre lunes, frío, cama, películas, escribir, todo es muy normal, como cuando tenía 24 años. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

A LAS MADRECITAS DE COLOMBIA. POR FERNANDO VALLEJO.

Escribir, escribir, escribir, escribir, escribir, escribir, escribir...

Razones por las cuales ud no debería atrasarse en su carrera