06/01/12

Desde pequeña en mi familia, he sido conocida por mi temperamento, por ser explosiva y muy impulsiva, por enojarme con facilidad, por tener mas mal genio que mi padre, quién es nuestro referente de mayores niveles de mal genio, durante muchos años discutía mucho, tratarme no era fácil, lidiar conmigo era lo mas molesto, hace algún tiempo decidí que no iba a gastar mas energía vital en enojos, desgastarme de esta manera ya no era opción para mi, pase mucho tiempo en busca de un equilibrio, en modo zen, hice yoga, modifique mis hábitos alimenticios, de sueño, de vida, en fin, tranquila con calma, pasaron muchas cosas pero yo me conservé imperturbable, con la cabeza en alto y una sonrisa dibujada en mis labios "Aquí no pasa nada", en mi afán de calma, me negué inconscientemente a la tristeza también y al llanto como manifestación de esta, me llene de enojos, de tristezas, hasta que llego el día en que no soporté mas y por dos palabras que leí exploté, pero fue mas tristeza que ira, era mas el dolor, el llanto brotaba, no podía parar, era dolor, me dolía el corazón, también me dolía la cara porque ese día me había insolado, lloré, lloré y lloré, mamá y hermano estuvieron ahí, me abrazaron, me besaron la frente, me dieron la seguridad para llorar tranquila, para llorar con calma, para desahogarme, tiempo después fui a disparar, una diana fue la que recibió mi iracunda catarsis, sigo pensando en no enojarme  como solía hacerlo en un pasado, pero me rehúso a tragarme todos los sentires, decidí que serán vividos en sus momentos, pero serán micromomentos, para así darle mas tiempo y espacio a las alegrías y a las risas, la calma y la tranquilidad siempre, pero sin negarme sentires.

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