Ella estaba sentada, cerca a la ventana, perdida entre las gotas de lluvia que no dejaban de caer, pensativa, distante, ensimismada, el solo la miraba, se preguntaba que pasaba con ella, que era lo que tanto pensaba; no era la primera vez que ella prefería perderse en su mundo, en dejarlo a el solo en esta realidad, ella sabia que el nunca la iba a entender, que nunca iba a saber que pasaba con ella, que así ella se lo dijera, el, inconscientemente se rehusaría a aceptarlo, pero ella, ya cansada de batallar había decidido ignorarlo, lo que sentían el uno por el otro era grande y era fuerte, no querían dejarse, no podían dejarse, les resultaba inconcebible imaginarse separados, pero les resultaba invivible el estar juntos, ella lo decidió así, no le consulto a el, esa opinión no importaba, el se rehusaría y se harían mas daño, ella decidió estar presente, de cuerpo, de corazón, pero con la mente ausente, esa que siempre la ponía a dudar y a divagar, que la hacia pensar y razonar, esa a la que ella no quería escuchar para no sentir mas dolor, para no llenarse mas de angustia y aburrición, lo que no sabia no podía hacerle daño alguno, ella sabia lo que hacia o al menos eso creía, el la sentía diferente, mas complaciente, mas ligera, mas dependiente, menos ella, no dijo nada nunca, para el mejor, menos discusiones, menos peleas, menos enojos, era como el quisiera, lo que el dijera era una verdad absoluta, ella con el tiempo dejo de hablar, solo asentía con la cabeza a todo, ella dejo de soñar, dejo de dormir, dejo de comer, dejo de vivir, ella se dejo por su mente en blanco, dejo que su mente se vaciara cada vez mas, dejo de ser, y el, pues el la dejo a ella.

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